jueves, 17 de febrero de 2011

CONTAMINACIÓN ACÚSTICA

Por Nelia Catari

La contaminación es la introducción de algo nocivo en el ecosistema. No solo hay contaminación ambiental sino también contaminación acústica, que es la contaminación que proviene del alto volumen de los sonidos o la excesiva cantidad de sonidos en un área determinada.

En nuestro país, al igual que en muchos otros, existe bastante tránsito de vehículos en las calles. Sólo que a diferencia de otros países, los conductores piensan que tocando la bocina lograrán que el tráfico se despeje o que acabe una marcha de protesta. Si ya es desagradable escuchar un bocinazo cerca, es mucho peor escuchar los bocinazos de muchos autos juntos.

La gente tiene que soportar esto en las calles todos los días, sobre todo en las ciudades de La Paz y El Alto, en especial en la Ceja, donde además de las bocinas, se escuchan los gritos de los voceadores. En otros departamentos también hay mucho bullicio, pero mucho menor en comparación a las urbes paceñas.

La cantidad de vehículos se ha incrementado en los últimos años y esto acarrea la contaminación acústica. Eso lo podemos constatar por todo el centro de la ciudad, a una hora pico, en la que la gente sale de sus oficinas y de otras actividades, y empieza la obstrucción del tráfico vehicular. Al parecer los chóferes ven como única solución tocar bocina y ni se fijan si cerca hay algún hospital o algún colegio, no les interesa la molestia que puedan causar.

La Unidad de Tránsito, dependiente de la policía nacional, debería encargarse de hacer cumplir la ley 1333 del Medio Ambiente, promulgada en abril de 1992, con la inclusión de disposiciones de defensa y preservación de los recursos naturales. Esta disposición se refiere a la contaminación acústica e incorpora sanciones contra los infractores.

En nuestro día a día podemos darnos cuenta de que la mayor parte de la ciudadanía no conoce sus derechos ni obligaciones por completo. Debemos tomar las precauciones necesarias, considerando que la contaminación acústica daña nuestra salud.

Tal vez una alternativa podría ser que las cebras, encargadas de la educación vial en la ciudad, incluyan en su programa la educación de los chóferes en este sentido. El otro camino es que como población asumamos la defensa de nuestra salud y reclamemos a los choferes que tocan sus bocinas sin ningún tipo de consideración.

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