lunes, 14 de febrero de 2011

ALASITA

Por Martha Huallpa

El 24 enero se inaugura una de las actividades culturales más importantes de la ciudad de La Paz: la feria de la Alasita. La fecha es conocida también como el día del Ekeko. Ese día en la ciudad de La Paz, a las 12 del medio día, la gente que cree que las miniaturas son amuletos para alcanzar los deseos salen apresuradamente de sus casas, oficinas, de las universidades o del lugar donde estén, para hacer challar con el yatiri y bendecir con el cura, esos deseos convertidos en miniatura, con la creencia de que al año siguiente, el Ekeko, el dios de la abundancia, los hará realidad.

Mi hermano se compró una casa y un auto de Alasita con el deseo de que se conviertan en realidad; lo hizo con tanta fe que al siguiente año se cumplió su deseo. La casa y el auto reales eran muy parecidos a las miniaturas que se había comprado.

Gracias a esas historias la gente todavía cree que challando sus sueños en Alasita, los podrá cumplir. Tener una vivienda, un novio o una novia, concluir los estudios universitarios, conseguir un automóvil, un camión o una flota; es decir, buscar todo lo que se necesita y también lo que nos permitirá tener una vida con las comodidades que imaginamos.

La Alasita es una feria que crece cada año. Desde que se inauguró el campo ferial en el Parque Urbano Central, comerciantes y artesanos y artesanas alasiteras están dentro del espacio que les otorgó la Alcaldía. Este año hubo varios conflictos por la distribución del espacio de ventas, ya que la Alcaldía prohibió que la instalación de puestos fuera del campo ferial durante el mes dispuesto para esta actividad.

Yo creo que haber construido este sitio, para que las y los feriantes puedan ofrecer sus productos sin obstruir la circulación de la gente y de los vehículos, ha sido positivo para la ciudad, así nadie se perjudica. Las y los expositores venden igual, estén fuera del campo ferial o no, aunque piensen que no tienen la misma venta que antes de que se construya este lugar. Sin embrago, se ve que la gente que quiere visitar la feria y hacer sus compras, la recorre de arriba a abajo.

En esta feria lo que no falta es la fe y eso permite que nuestras tradiciones ancestrales se mantengan vivas hasta hoy en día. Por eso mismo, si la alcaldía tuvo la iniciativa de organizar la feria para evitar desorden, otra iniciativa, en coordinación con las y los expositores, debía ser no permitir que se tergiverse el concepto de la feria de la miniatura, con la venta de productos que se encuentran en cualquier mercado o supermercado de la ciudad y que antes no se comercializaban. Las y los paceños no deberíamos permitir que esos productos que además ingresan al país de contrabando le resten el espacio a las miniaturas y las artesanías hábilmente hechas por manos bolivianas.

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