Por Adela Gómez
Todos los días los paceños y paceñas nos encontramos con
las calles de nuestra ciudad bloqueadas por marchas de protesta. La Paz es sede
de gobierno y muchas instituciones públicas se encuentran
en pleno centro de la ciudad, por eso los sectores sociales aprovechan
este hecho y presionan al gobierno paralizando el centro de La Paz, creyendo
que así quizás sus demandas puedan ser escuchadas.
Muchas veces sus medidas son más extremas, como vimos los
últimos días por ejemplo, cuando los mineros cooperativistas cerraron los
ingresos a nuestra ciudad: el camino a los Yungas, La Paz, Oruro y Copacabana estaban
llenos de cooperativistas dispuestos a
explotar dinamitas si algún vehículo trataba de pasar.
Las y los bolivianos sabemos que las protestas mineras
son de temer, pues casi siempre utilizan dinamita a su paso por la ciudad,
aquella que con su estallido nos hace temblar.
Incluso los policías les temen, porque en casi ninguna de
sus protestas los han dispersado con gas lacrimógeno como suelen hacer con
otros sectores que poco pueden hacer por
defenderse, por ejemplo los indígenas y personas con discapacidad.
El martes 18 de septiembre mineros cooperativistas
bajaron en una marcha desde la ciudad de El Alto exigiendo poder explotar la
veta Rosario de la mina Colquiri. Su caminata estuvo acompañada del sonido de
la dinamita y el petardo, al parecer la policía no hizo una revisión tan
rigurosa de su equipaje como lo hicieron con los mineros asalariados, a quienes
les prohibieron el uso de dinamita en su
protesta por la seguridad de la ciudadanía. Ese día en lugar de que el
gobierno, representado por el viceministro del interior Jorge Pérez, y la
policía traten de cambiar la ruta de la marcha, permitieron que esta pase en
frente de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia donde había
poca gente resguardando sus instalaciones. Allí cooperativistas atacaron con
dinamita a los asalariados, y los pocos oficiales de policía que estaban ahí no
respondieron, no dispersaron a los
agresores y la policía también escapó.
Un compañero minero ha muerto y varios resultaron
heridos, todo porque parece que el gobierno se está acostumbrando a esperar que
los sectores resuelvan por si solos el conflicto, cuando es su obligación
hacerlo, y porque quiere llegar al punto en que aparezcan heridos y muertos para tratar de dialogar, cuando
podían haberlo hecho mucho antes de que el problema se agrave tanto.
Ese mismo martes 18 varios niños y niñas tuvieron que
salir de sus establecimientos pues se suspendieron las clases, ellos y ellas se
expusieron a un peligro tan grande al cual los padres y madres tememos y no
solo ellos sino la población que frecuenta el centro de la ciudad.
Yo creo que el gobierno debe prever que se susciten
hechos como este por el bien de los compañeros en conflicto y den una solución
rápida. Y quiero dar un consejo a todos los padres y madres que nos escuchan,
si se enteran del conflicto de algún sector que pueda resultar en
enfrentamiento o ataque, no manden a sus hijos al colegio, es preferible
prevenir que lamentar.
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