Por María
Pacosillo
La lluvia es una
maravilla de la naturaleza, nos beneficiamos con el agua que cae sobre nuestro
planeta, pues agua significa vida.
El agua de lluvia es
vital porque sin ella no existiría fauna ni flora ya que cuando cae la lluvia
sobre nuestros campos sembrados de alimento en nuestras comunidades, nuestras
tierras secas se humedecen y ahí comienza el proceso que luego nos permitirá
alimentarnos, a todos los seres del planeta. En las comunidades la gente suele
quemar algunas hierbas que existen por ahí, para que el humo atraiga las nubes
y haya una buena cosecha.
Pero cuando las
lluvias caen en mayor magnitud, ocasionan inundaciones como las que ocurrieron
los pasados meses en la ciudad de Cobija, en el departamento de Pando, donde
los ríos se desbordaron sobre la urbe ocasionando malestar y zozobra en los
habitantes. Las aguas subieron un metro arriba, dejando a la intemperie a
muchos ciudadanos y ciudadanas en medio de las aguas contaminadas que se
mezclaban con las aguas servidas y los restos de cadáveres de todo tipo de
animales domésticos, poniendo esta situación en riesgo la salud de los
damnificados y damnificadas, en especial la de los niños y niñas, que son los
más vulnerables.
Se nombran y cambian
autoridades, pero la población sigue sufriendo las consecuencias de la falta de
políticas de prevención para estas ocasiones. Por ejemplo, lo que sucedió en el
Beni, hubo una terrible inundación y la
población aún no puede recuperarse de la tragedia, muchos y muchas lo perdieron
todo, pero el gobierno hizo poco por ayudarles, ni siquiera quiso declarar el
lugar zona de desastre y ahora, en época electoral, todos los recursos
posibles, se vuelcan hacia ese departamento para ganar una elección.
No les importa la
pérdida de vidas humanas o la situación que la gente está viviendo allí, lo
único que se nota es que se están deleitando con sus intenciones corruptas para
llenarse los bolsillos con el dinero del pueblo.
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