Por
María Pacosillo
La mayor parte del
tiempo no somos conscientes del tipo de alimentos que consumimos. Si vamos al
mercado compramos lo que se vea más sabroso.
Algunos productores
de nuestro país en el área rural utilizan abono natural como el guano o bosta
de algunos animales como la vaca y oveja. Por eso todavía tenemos la dicha de
disfrutar de productos orgánicos. Pero hay gente que no aprecia el valor nutricional
de estos alimentos. Muchos y muchas rechazan lo que se produce en nuestro
territorio porque no reúnen las condiciones que ellos y ellas buscan, por
ejemplo la apariencia de la fruta de una publicidad en televisión, por el
contrario, algunos de los frutos que dan en nuestra tierra son pequeños y duros,
pero son mucho más sanos.
Preferimos alimentos
que tengan buena apariencia, que se vean frescos y de buen color, pero no
sabemos que muchas veces es gracias a la manipulación genética, de la que no se
sabe sobre las consecuencias de su consumo en nuestros cuerpos.
Preocupantemente, los
productos transgénicos invaden nuestros mercados también en enlatados,
cereales, golosinas, harina e incluso productos lácteos, una ya no sabe que se
puede comer con la seguridad de que no dañen su salud.
Toda la gente debe
pensar en un futuro en el que pueda alimentarse sanamente, en el que sus hijos
e hijas también lo puedan hacer. Por eso, como habitantes de este país, en el
que todavía no se producen transgénicos abiertamente, por lo menos de alimentos
básicos de nuestra dieta; debe oponerse a que grandes empresarios de la
agroindustria, quienes son los únicos beneficiarios de este tipo de producción,
logren su objetivo de ampliar el uso de transgénicos a otros alimentos.
Los medios de
comunicación también son cómplices de toda esta cadena, pues con la publicidad
incitan a consumir todo tipo de productos muy dañinos para nuestra salud.
Estamos seguras de
que lo único que vale para estas grandes empresas que ponen esos productos en
los mercados, es llenarse los bolsillos de dinero, sin importarles el bienestar
de los consumidores y consumidoras.
Actualmente el gobierno poco o nada hace para
evitar la internación de estos productos en nuestro país y tampoco hay una
negativa rotunda para la producción de los mismos. Lo único que podemos hacer
todos y todas es informarnos al respecto y negarnos a cualquier imposición.
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