Por María Pacosillo
Estoy obligada por mi
espíritu patriótico a demandar al mundo entero solución y justicia al problema
marítimo para vivir en el marco del respeto y tolerancia entre las y los
hermanos latinos.
En estos 117 años,
desde que perdimos el mar, las y los pobladores chilenos han hecho conocer
diferentes posiciones, algunos supuestamente tenían intensiones de dar solución
al problema marítimo; otra gente decía que no había nada pendiente sobre este
tema, que los tratados que se habían firmado el año 1904 eran definitivos e
inalterables. Otra posición decía que Bolivia nunca tuvo mar y que las y los
chilenos solo habían recuperado con la guerra del Pacífico lo que les
pertenecía.
Ante estas aseveraciones,
con un claro intento de tergiversar lo que sucedió, el gobierno de Bolivia ha
recurrido ante la Corte Internacional de Justicia de la Haya, teniendo como
representantes a los ex presidentes de nuestro país Jorge Rodríguez Beltze y
Carlos Mesa, que fungen como voceros, debatiendo las versiones de la diplomacia
chilena con respecto a nuestro derechos a una salida soberana al mar.
En mayo comenzará el
proceso que posiblemente sea un camino para tener la salida al mar que muchos y
muchas anhelamos, pero esta demanda
podría durar hasta 10 años, mantenemos la ilusión y la esperanza que no deben
extinguirse.
Pero esta esperanza
de la soberanía marítima no debe funcionar como ancla en el desarrollo de nuestro
país, de nuestros proyectos, de abrir otras posibilidades de avance. Somos un
país capaz de desarrollarse a pesar del enclaustramiento y si queremos podemos llegar a ser una
potencia productora en el mundo, como otros países que tampoco tienen una
salida al mar. Esa posibilidad solo la podemos
concretar nosotros y nosotras, no depende de un gobierno, sino del
esfuerzo que le ponemos al trabajo día a día, de nuestra constancia en nuestros
proyectos, de nuestra lucha y de nuestro deseo de que el país crezca.
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