miércoles, 1 de junio de 2011

BOLSAS PLÁSTICAS

Por: Flavia Choqueticlla

Recuerdo que cuando era niña mi familia y yo íbamos al mercado con canastas y bolsas de saquillo, ésas de harina o azúcar. Al pasar el tiempo, y con la modernidad, la gente empezó a usar bolsas plásticas, estas bolsas que nos entregan las vendedoras cada vez que compramos alimentos, bebidas o frutas, y en mayor cantidad son repartidas en los supermercados, tiendas o librerías.

Las bolsas plásticas están fabricadas principalmente de químicos que se desprenden del petróleo o el gas, por lo que debemos ser conscientes acerca de la contaminación que producimos al usarlas.

El uso de esas bolsas ocasiona daños irreversibles al planeta, y también a los seres naturales. Y en nuestras ciudades y pueblos, esos plásticos bloquean las alcantarillas en épocas de lluvias. Trancadas las alcantarillas, el agua se estanca o rebalsa en las calles, con el riesgo de afectar nuestra salud y nuestra seguridad.

Según datos de Natural Geographic, la agencia de protección ambiental de Estados Unidos, aproximadamente quinientos billones de estas bolsas son usadas en el mundo y de ese total, menos del 1% son recicladas. ¿Imaginan ustedes la cantidad de bolsas?

No imaginamos esa cantidad, pero podemos decir que de cien bolsas, sólo una se recicla, y el resto se va a las alcantarillas o a los espacios vacíos, en el campo, en las orillas de las carreteras o en los ríos.

Como esos plásticos están derramados en el campo, muchos animalitos los confunden con alimentos, y al comerlos pueden morir o contaminar la carne. Y en el caso de las personas, también podemos sufrir daños en la salud por comer la carne o por aspirar sin darnos cuenta tantos químicos que se desprenden de esas bolsas.

¿Qué podemos hacer para evitar ese gran problema? En casa hay que volver a usar bolsas de tela o de papel, que en caso de ser inutilizados se descomponen en menor tiempo, a diferencia de los plásticos, que tardan años y años.

Entonces, cuando vayamos al mercado, no olvidemos de llevar nuestras bolsas de saquillo, que podemos coserlas de la tela de los sacos de azúcar, harina o arroz. En el mercado, debemos rechazar las bolsas de nylon y si es que nos dan, hay que volverlas a usar, para disminuir la contaminación.

Y nuestros hijos e hijas, parientes, amigos o amigas también tienen que saber del problema. Hay que enseñarles cada vez que podamos. Así que… a volver a los viejos tiempos.

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