jueves, 16 de junio de 2011

SOBERANÍA ALIMENTARIA

Por: Antonia Cuno

En nuestro país se habla mucho de soberanía. Por ejemplo, el artículo 1 de la Constitución Política del Estado nos dice: “Bolivia se constituye en un Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario, libre, independiente, soberano, democrático, intercultural, descentralizado, con autonomías...”. Y cada 23 de marzo se menciona que Bolivia debe tener una salida al mar con soberanía.

Pero ¿qué entendemos por soberanía? Esta palabra significa tener autoridad, poder, facultad de tomar decisiones, también de resolver problemas con mucha capacidad.

Un nuevo proyecto de ley presentado por el Presidente del Estado Plurinacional don Evo
Morales, los primeros días de junio, titulado “Ley de la Revolución Productiva Comunitaria Agropecuaria”, provoca que nos preguntemos ¿Cuánta gente agricultora y productora del área rural en Bolivia tiene conocimiento sobre esta propuesta?

Las y los habitantes originarios de todas las regiones ¿estarán informados de qué ventajas y desventajas traerá esta propuesta?, sobre todo porque dice que se garantiza la soberanía alimentaria con calidad para el vivir bien, respetando a la madre tierra.

Pero al mismo tiempo dan luz verde para la comercialización de productos transgénicos y al su uso en Bolivia. Ahí surge otra gran pregunta¿Cuánta gente en Bolivia estará de acuerdo con esa imposición de aprobarse el proyecto?

Por un lado, estamos seguras de que los más beneficiados son y serán los grandes empresarios de diferentes productos del país. Sabemos que un transgénico es el resultado de la composición de dos o más genes diferentes, que pueden ser animales o vegetales, que permiten la producción en cantidad elevadas, mediante la alteración de las cualidades de los productos.

Quienes producen en grandes cantidades tendrán la potestad de decidir qué alimentos se consumirán en Bolivia, lo que representará un perjuicio para los medianos y pequeños productores, que tenemos pequeñas parcelas, cuya producción apenas alcanza para sobrevivir.

Por otro lado, con el proyecto de Ley de la Revolución Productiva Comunitaria Agropecuaria están atentando contra de la madre tierra. Los transgénicos afectan a la naturaleza y a las semillas nativas y originarias. Recuerdo que mi mamá me decía que “a causa de tantos químicos que algunas personas ponen a la tierra, ya no hay buena producción, los cultivos de papas, trigo, cebada, choclo, arveja y otros, están inundados de plagas, comiéndose las plantas, las hojas verdes, impidiendo el crecimiento y la formación de las nuevas plantas”. Estas son algunas de las consecuencias de los transgénicos.

La gente que consumía o que consume alimentos naturales vive más años, eso está comprobado.

No contraen enfermedades fácilmente, porque su salud es buena y fuerte. En varios países europeos consumen los productos bolivianos que son orgánicos, porque gran parte de nuestra tierra todavía es fértil y puede producir sin necesidad de alterar los genes de las plantas.

Pero para los alimentos transgénicos utilizan infinidad de químicos, por eso esos productos son más grandes y con buena cara; muchas veces preferimos estos productos sin preguntarnos ¿hasta qué punto son nutritivos para nuestro cuerpo? ¿O qué consecuencias podríamos sufrir al consumir estos alimentos? Además no sabemos qué tipo de genes mezclan y en qué condiciones son manipulados. Más allá de implantar los transgénicos como un medio de lucha contra el hambre en el mundo, los problemas alimentarios siguen y suman en muchos países, uno de ellos es Bolivia.

En los últimos años todos los alimentos escasean y suben de costo, esto porque las y los productores se han visto afectados por muchos factores de la naturaleza, como el cambio climático, causado por la misma humanidad, en especial por los grandes empresarios agropecuarios que talan los árboles para tener más tierra donde sembrar sus productos transgénicos. Esa también es la causas de la migración del campo a la ciudad o al exterior, porque ya no hay buena producción, que es la única manera de subsistir de algunas personas.

Un gran ejemplo del impacto de los transgénicos lo tenemos bien cerca, en nuestro vecino país Argentina, donde en los últimos diez años, unas 160 mil familias tuvieron que dejar sus tierras, porque no podían competir con las grandes empresas agropecuarias, según informaron los medios.

En la segunda semana de junio, escuchamos en un medio de comunicación a uno de los dirigentes de la CSUTSB que decía que “su organización no está de acuerdo con la propuesta de Ley de la Revolución Productiva Comunitaria Agropecuaria”, pues dará paso libre a los productos transgénicos.

Es muy riesgoso permitir que una ley le de paso libre a los transgénicos en Bolivia, pues se estaría poniendo en peligro la multiplicidad nativa de los productos y la seguridad alimentaria, como consecuencia de la contaminación de la madre tierra, que afectaría no sólo la biodiversidad sino el conocimiento ancestral.

Sería bueno revalorizar la producción natural, y promover y apoyar la producción orgánica, proporcionando semillas, construyendo represas de agua, que sean buenas y aceptables para las futuras generaciones y que éstas puedan gozar de una buena alimentación y salud.

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