sábado, 28 de mayo de 2011

SIN RESPETAR LOS SEMÁFOROS

Por Nelia Catari

Los automóviles de todo tipo transitan de forma constante en las vías de nuestras ciudades, causando mucho tráfico. El número de vehículos particulares y públicos, según un dato publicado por el periódico El Deber en abril de este año, se incrementó entre un 5 a 7%; por ejemplo, el año pasado hubo 14.000 nuevos motorizados en la ciudad de Santa Cruz, sobre todo en el transporte público.

Los semáforos, que están por toda la ciudad, sirven como ayuda para que la circulación de vehículos sea mucho más ordenada y además para que la población de a pie sepa en qué momento tiene la vía libre para cruzar las calles. Desde la escuela enseñan para qué sirve cada color del semáforo y todos y todas deberíamos aplicar la normativa, tanto conductores como peatones.

Desde hace 10 años funciona en la ciudad de La Paz el programa de las cebras para ayudar en la educación vial; poco a poco la gente, mayores y menores, está aprendiendo, claro que, por lo que hemos podido ver, el respeto a las señales de tránsito funcionan sólo si las cebritas o burros, del mismo programa, están presentes.

En muchos casos las reglas de tránsito no se cumplen y las infringen tanto transeúntes como choferes, sobre todo en las calles que no están en el centro. En esas calles, obviamente, no hay control policial y los automóviles pasan de largo cuando hay luz roja, en muchos casos por ganar tiempo o algunos pesos más, pues, por ejemplo, las líneas de minibuses compiten para recoger a más pasajeros en menos tiempo. Estos hechos pueden provocar muchos accidentes; además, para empeorar la situación de riesgo, casi ningún chofer lleva puesto el cinturón de seguridad y esto podemos comprobarlo cuando nos subimos al micro, minibús o taxi de todos los días.

El control que realiza la Unidad Operativa de Tránsito debería ser más serio para lograr que se cumplan las normas. Los y las transeúntes tampoco toman en cuenta estas señales e incluso, debido al constante tráfico, se aglomeran en algunos lugares donde no hay semáforo o esperan a que los conductores les cedan el paso, lo que rara vez sucede, aunque en otros países esta es otra norma que se debe cumplir. La actitud mucha gente, de cruzar las calles por cualquier lugar, es un riesgo que involucra a más personas.

También ocurre que en lugares donde es fundamental la existencia de un semáforo, pues no hay. Los ejemplos más claros de ausencia de semáforos los tenemos en vías donde hay establecimientos educativos, como la avenida Las Américas en Villa Fátima, a la altura del colegio Ave María; ocurre lo mismo en la calle Murillo, donde están varios colegios. Esto implica un peligro para los niños y niñas, ya que hay conductores imprudentes que pueden ocasionar alguna tragedia.

La educación vial depende mucho de la educación que reciben los niños y niñas en sus hogares y en el colegio. Así podrían empezar a respetar las reglas de tránsito desde temprana edad y probablemente esa sea la solución para que el tráfico en nuestras vías no sea un peligro para nadie.

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