Por Victoria Mamani
Estas
fiestas navideñas nuevamente destapa la pobreza que aun existe en nuestro país.
Digo
esto porque en estas últimas semanas la migración por estas fiestas navideñas
se ha incrementado, procedentes de las zonas más lejanas del altiplano
boliviano llenan las calles y avenidas de la ciudad de La Paz, para mendigar
dinero, ropa y juguetes, mostrando una de las peores caras de la extrema
pobreza en el país.
Lo
más triste es ver niños y niñas que junto a sus padres, madres o abuelas y
abuelos, están en las calles estirando la mano con llamativos atuendos, bailando ritmos andinos que
son de su propia cultura, haciendo sonar sus pequeños charanguitos de madera, otros con
pequeños radios.
Para
estos niños y niñas no existe la navidad, el poco dinero que logran juntar,
apenas alcanza para sobre vivir junto a su familia, lo insólito es que muchos
de estos niños y niñas están ubicados apenas a una cuadra de la Plaza Murillo,
principal escenario de decisiones del poder político y económico del país, como
una demostración a las autoridades de
turno que esta es la realidad en que vivimos.
Para
unos la fiesta navideña está llena de
regalos, comparten un pavo junto
a su familia. Pero para otros y otras simplemente
hay de comer una marraqueta o en algunos casos, esperando la buena voluntad de
las personas que acostumbran dar un
pedazo de pan con chocolate.
Una
cosa son las estadísticas, los discursos de nuestras autoridades que dicen que en
nuestro país la pobreza ha disminuido; y otra es ver la realidad. Esto nos
refleja que en las áreas rurales altiplánicas, no ha mejorado la situación económica, en vano
dicen que con el Fondo Indígena hay mejoras en las comunidades, eso no es así.
No
hay proyectos de sostenibilidad, que debería
ser responsabilidad gubernamental, esto solo se utiliza como gancho en las
campañas políticas del gobierno de turno, que le dan a la gente una ovejita o
una vaquita que muere a la semana en el altiplano porque su clima no es apto
para la vida de estos animales.
Así
se malgasta el dinero que supuestamente debería ser para mejorar la situación
de los y las indígenas y para no ver más mendigos en las calles.
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