Por Victoria Mamani
El
Programa de Vivienda Social que el gobierno implementó, les ha servido más a
algunos vivillos que aprovechan para estafar, ya que muchos han accedido al
beneficio siendo dueños de otras propiedades. Otra gente también accedió a este
programa para después vender más cara la vivienda. Por ejemplo hay viviendas en
la Zona Mercenario de la ciudad de El Alto, que hace más de 3 años están
deshabitadas, otras a medio construir.
Con
ello podemos darnos cuenta que la gente que ha adquirido estas viviendas, no
tiene necesidad de vivir en ellas y por eso las dejan en el abandono.
Cuando
Vladimir Sánchez asumió su cargo como Ministro de Obras Públicas, Servicios y
Vivienda en enero de 2012, dijo que en Bolivia hay un millón de personas que no
tienen una vivienda adecuada. Esto es
cierto, en los últimos años se ha vuelto una misión imposible adquirir un
terreno y peor una vivienda.
Por
esta razón el gobierno empezó a
construir viviendas en áreas rurales para quienes no las tienen o hace
préstamos para mejorar las viviendas habitadas por las comunarías y comunarios,
con el objetivo de mejorar las
condiciones de vida de la población.
Pero
esto no beneficia a toda la gente en las comunidades, por ejemplo en mi pueblo
Lupalaya, en provincia Manco Kapac, aproximadamente a dos horas de viaje desde
la ciudad de La Paz, se construyeron solo dos viviendas, el resto de las y los habitantes
se quedó sin este beneficio porque no tenían la documentación correspondiente o
porque ya eran de la tercera edad.
Este
proyecto también facilita el préstamo de dinero en el área urbana, para
refaccionar o construir viviendas con un
interés bajo.
Lo que
más me sorprendió fue que al visitar las oficinas del Ministerio de Vivienda,
ubicado en la zona de Sopocachi, para poder acceder al préstamo, te piden un
montón de requisitos, entre ellos: la boleta de pago, aportes a la AFP, la
documentación del terreno o casa donde habitas, una lógica muy parecida a la de
los bancos privados. Las beneficiarias
tienen que demostrar el salario que ganan, si es alto, esto puede ser
suficiente para pagar las cuotas.
¿Pero
qué pasa con la gente pobre? Con esos requisitos obviamente sigue estando
limitada para poder adquirir un préstamo.
Pero
eso no es lo peor, sino que también piden como requisito indispensable, que la
persona que desee el préstamo, sea casada con hijos, viuda o madre soltera.
Con la
esperanza de poder contar con una vivienda, me fui hasta el Ministerio de
Vivienda para adquirir el préstamo, pero fue grande mi sorpresa cuando me
dijeron que no podía. Me atendió un funcionario encargado de obras públicas,
cuando le pregunté a cerca de los requisitos, lo primero que él me preguntó fue
si era casada o soltera, yo respondí soltera, el funcionario sonriendo
burlescamente, dijo que los prestamos no eran para las solteras, “solo es para
las que tienen familia” dijo textualmente. Le pregunté si ese no era un acto de
discriminación y respondió: “puede ser, pero es para los que tienen familia, no
para las solteras y solteros”.
A mí
me parece que si se trata de discriminación, porque todos y todas deberíamos
tener derecho a este beneficio. Muchas trabajadoras del hogar soñamos con una
vivienda, algunas adquieren un lote, pero no pueden construir una vivienda por falta de recursos económicos
y se quedaron solas por apoyar a sus familias y por ello no podrán ser
beneficiarias del proyecto. Eso es discriminación desde el Estado.
Las
mujeres solas también somos parte de este Estado, ¿por qué no darnos la oportunidad
de contar con una vivienda? Ese sería el único respaldo para el futuro de
algunas. Lo que conversamos con las compañeras en los sindicatos, es que no
queremos que nos regalen una casa, lo que queremos es que se nos permita tener
acceso a este beneficio que no debería discriminar a nadie.
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