jueves, 7 de abril de 2011

EL PODER POLÍTICO

Por Adela Gómez
El poder político es una meta para muchas personas, sean militantes o seguidoras, tengan o no preparación profesional, sean o no madres y padres de familia; empresarios, obreros, trabajadores asalariados, independientes, agricultores, etc., van detrás del poder, sin importar los estratos sociales ni el lugar de nacimiento.
En estos casos predominan los intereses personales. Esto se puede ver en muchos municipios, donde se observan peleas por ocupar un cargo en el gobierno municipal, mejor si es como Alcalde, concejal u oficiales, e incluso cualquier otro puesto, por más pequeño que sea.
Llegar a esos cargos en busca del poder implica, por lo general, dejar a un lado los valores personales, sentimientos verdaderos, respeto a la familia, compañerismo. Pero antes es necesario pertenecer a un partido y entrar a la militancia de un partido político es entrar a una escuela donde se corrompen las personas, ya que en la carrera por el poder se aprende a ser deshonesto hasta consigo mismo. Algunas autoridades en los pueblos compran a los dirigentes de las comunidades, para que así no les reclamen por sus derechos y por los del pueblo.
En muchas alcaldías es corriente la práctica de la corrupción, la deshonestidad y el nepotismo, aunque las autoridades juraron a su pueblo trabajar con honestidad y responsabilidad buscando el progreso de su municipio. También juran servir al pueblo antes que nada, obedeciendo el mandato y cumpliendo las promesas de los tiempos de campaña.
Pero estando en el poder, las malas autoridades se sienten dueños del municipio y se sirven del pueblo olvidándose de sus promesas.
Por el contrario, buscan satisfacer sus ambiciones personales y llevan la práctica política de la corrupción a los municipios e involucran a otros actores como dirigentes y otras instituciones. A pesar de que esto es conocido, los municipios reciben recursos estatales para su fortalecimiento y varias organizaciones no gubernamentales apoyan, por ejemplo, la educación en las áreas rurales. Pero nada cambia la situación de los municipios, entonces, ¿qué está pasando?
Lo que pasa es que las malas autoridades, que hay muchas, anteponen sus necesidades personales y se benefician a nombre de la comunidad, o, dicho de otra manera, posponen la solución de los problemas de la población que carece de una buena alimentación, educación o transporte, por ejemplo.
Los gobiernos municipales deberían velar por el bienestar de las personas y resolver los problemas de caminos, salud, educación y producción, entre otras tantas necesidades. Por otro lado, la gente debería fiscalizar a sus propios gobernantes para asegurar que no existan hechos de corrupción. Sólo así se podrá lograr mejores condiciones de vida en el país.

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