Por Arminda
Gómez
Los indigentes hacen de la calle su hogar, estas personas son adultas, jóvenes,
adolescentes, niñas y niños que han terminado en las calle por diferentes
motivos y circunstancias.
Con frecuencia se reúnen en la Plaza Bicentenario, sobre
todo por las noches, hay grupos de jovencitos que están jugando futsal, acompañados
de sus mascotas fieles. Algunos causan temor por su aspecto y porque a veces parece que están en otro mundo.
Se juntan de noche y a veces se acercan a la gente a pedir unas monedas,
alguna vez, uno que otro se pone un poco agresivo cuando alguien no quiere
regalarle. Ahí en la plaza se encuentran para jugar un rato, distraerse y para
poder buscar un lugar donde pasar la noche y protegerse como puedan del frio
intenso.
Yo soy mamá y me duele ver a esos niños, niñas y jóvenes, pero también
siento indignación, porque si se les hubiera dado la oportunidad, esas personas
seguramente serían muy productivas en nuestra sociedad. Pero somos
indiferentes, todos y todas pasamos por lado de ellos y ellas sin ni siquiera
verles.
Recurren a la clefa para mitigar el hambre, el cansancio, el frio, el
dolor. Tienen suerte si encuentran un cajero automático vacío, porque allí se
acomodan, doblándose en dos, o entre dos o más, para tratar de calentarse.
A caso alguna vez nos preguntamos al verles si reciben atención medica? O
si alguna vez recibieron la atención que se necesita para dejar una adicción y
reincorporarse en la sociedad como una persona con todos los derechos, e
incluso obligaciones que tenemos los ciudadanos y ciudadanas de nuestro país? A
caso alguien se preocupa en serio por el vivir bien de estas personas que
sienten igual que todos y todas?
Los y las indigentes no solo necesitan ser acogidos en el inverno en un
albergue transitorio. Necesitan especialistas que trabajen con ellos y ellas
para reencaminar sus vidas, porque si están en esas condiciones no es por
gusto, sino porque la situación económica, social, etc., les ha llevado al
lugar donde se encuentran. Las autoridades no deberían verlos como un simple
problema que se deja a la deriva, sino como personas que están en una situación
de vulnerabilidad y que por tanto, necesitan ser atendidas, por el municipio y
por el Estado, porque no deberían haber ciudadanos ni ciudadanas de primera o
segunda, todos y todas hemos nacido en este país, en el que sus gobernantes tienen
que cumplir obligaciones de manera igualitaria.
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