Por Victoria Mamani
Los transportistas que viajan a diferentes provincias, que se encuentran
a nueve o diez horas de distancia de la ciudad de La Paz, como la provincia Muñecas,
Bautista Saavedra y otras, no son sujetos de control en las trancas. La policía
caminera no controla cuantos pasajeros y
pasajeras llevan en los buses, si el vehículo esta en buen estado o a cuanta
velocidad están transitando. Lo que hacen los policías, es recibir la lista de
los pasajeros y pasajeras sentados en los respectivos asientos y nada mas, no
observan a quienes están sentados en el pasillo, que muchas veces son mujeres
con wawitas, hombres, abuelitos y abuelitas, que incluso causan incomodidad al
usuario que tiene su asiento.
Por otro lado, vemos la prepotencia con que actúan algunos choferes de
estos buses, tratan mal a los pasajeros y pasajeras, sobre todo a las de
condición humilde. Por ejemplo, la gente de las provincias no puede llevar en
cantidad sus productos para venderlos en la ciudad, ya que los choferes no les
quieren transportar con bultos, si les recogen, les cobran de 15 a 20
bolivianos por cada bolsa de yute, eso resulta abusivo, ya que la gente en las
comunidades y provincias tiene pocos recursos.
Lo mismo pasa con las agencias de transporte, en la zona del Cementerio,
más propiamente en la cancha El Tejar, donde alquilan un ambiente para vender
los pasajes, los y las viajeras dejan durante el día sus bultos para, en la
tarde, cargarlos a los buses, pero la gente que atiende las oficinas es mala, por el hecho de ser humildes, en el caso de
algunas compañeras y compañeros que vienen del campo, ellas y ellos reciben
malos tratos. La persona encargada no informa adecuadamente y cuando alguien se
acerca a preguntar responden: “lee pues el letrero”, sin tomar en cuenta que muchos
de estos compañeros y compañeras no saben leer. La persona que ha recibido esa
respuesta se queda callada por temor y
tampoco dice nada al ver su bulto tironeado de un lugar a otro, aunque adentro
haya algo delicado.
Aparte de todo lo mencionado, los pasajeros y pasajeras que no tienen
casa o familiares en la ciudad de La paz o El Alto, se van a dormir noche antes en los buses, amanecen
sentados o echados en el pasillo cubiertos con una frazada, el transporte parte
a las 4:30 de la mañana, que es lo mas temprano posible en cuanto a salidas. Ya
se pueden imaginar cómo sufren quienes
se ven en la necesidad de viajar y no tienen recursos.
Teníamos la esperanza de que en la Terminal Interprovincial de El Alto,
ubicada en Villa Esperanza, podía haberse destinado un predio para alojar a
estos compañeros y compañeras que no tienen dinero para un alojamiento, así ellos y ellas emprenderían el viaje tranquilos
y tranquilas, pero no hay nada, han dado prioridad a las casetas de boletería e
información, ambientes que serán distribuidos para control y monitoreo, casas
de cambio, oficinas policiales, correo, sala de reuniones, migración, cafetería,
baños y la administración, que también son importantes de alguna manera, pero
se sigue sin pensar en la gente de escasos recursos y en todas las vicisitudes
que tienen que pasar.
Hasta el momento no hay fecha de funcionamiento de la terminal, ni siquiera
está el trabajo terminado, como siempre, las autoridades inauguran obras a
medias. Consideramos que es muy importante que la gente tenga un espacio donde
pueda descansar, sobre todo en la noche y los viajeros y viajeras a quienes no
les alcanza el dinero para un hospedaje, especialmente para las wawas, que sin desearlo,
en esas situaciones, también son afectadas.
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