Por Yola Mamani
Al
pasar por la calle Figueroa da bastante miedo, hasta la piel se pone de
gallina, tal vez sea porque es oscura y el olor a orín es insoportable. O será
porque hay muchos borrachos que salen de diferentes lugares donde se consumen
bebidas alcohólicas, a veces con jovencitas. Por su estado, estos hombres
generalmente son muy atrevidos con las mujeres que encuentran a su paso.
En
esa céntrica calle hay varias discotecas, entre ellas también antros clandestinos,
las discotecas tienen letreros grandes y súper visibles, pero otros sitios
tienen muy poca luz, puertas pequeñas, nadie pensaría que es un lugar de
diversión; otros funcionan a puerta cerrada, solo los y las que conocen o a
quienes les conocen pueden entrar sin problema.
A
esos lugares entra gente de todas las edades, pero los dueños o administradores
no controlan, lo que importa es lucrar con el consumo de alcohol y los que
consumen más obviamente son los varones, quienes constantemente están acosando y molestando a
las chicas que casualmente están festejando algo o simplemente quisieron bailar
y divertirse un poco. Alegrarse es un derecho, nadie tiene derecho a estar
acosando a nadie por el hecho de compartir un espacio, pero al parecer eso piensan
los hombres. Por ejemplo yo he pasado situaciones incomodas en las que he
tenido que defenderme, porque aunque haya otras personas viendo, o haya
seguridad en el local, nadie dice nada cuando te están faltando al respeto.
La
mala educación de estas personas que se exceden con el alcohol es de no poder
creer, a cierta hora salen de los sitios legales o clandestinos y orinan donde
pueden, sin consideración alguna con las mujeres vendedoras que están a los
alrededores, comercializando alimentos hasta la madruga. Yo fui testigo al realizar la investigación “Puestos de
Venta Convertidos en Mingitorios”, de la falta de respeto que sufren los
vecinos, vecinas y vendedoras, que deben lidiar con los borrachos prepotentes. Las caseras muchas
veces denunciaron el hecho ante la Alcaldía Municipal, que se limita a limpiar
cada cierto tiempo, al parecer no es muy constante, según las caseras lo hacen
solo una vez al año.
Como
siempre nuestras autoridades se hacen de oídos sordos, solo cuando algo grave
pasa actúan. Hace muy poco tiempo ocurrió una violación y varios robos en la
discoteca Dúo, que justamente está en la calle Figueroa, por lo que se supo en
varios medios, muchos trabajadores eran cómplices de los delitos. De cierta
forma las autoridades también son cómplices de que ocurran estos hechos, ya que
por más que haya denuncias, no hacen nada para prevenir que se cometan actos
ilegales.
No
se hace nada por prevenir, pero cuando se trata de cobrar, es diferente, en
varias ocasiones se ven estos bares y discotecas clausuradas y precintadas por
Impuestos Internos, que seguramente no controlan las licencias de
funcionamiento, pero si la cantidad que tienen que recaudar, aunque los y
las dueñas o administradores unas horas
después de clausurado, abren como si nada. Realmente a mí me preocupa bastante
la existencia de estos espacios en los que solo interesa vender bebida sin
medida.
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