Por Martha Huallpa
Nuestra Ciudad se ha
llenado de peligros. En los últimos años hemos escuchado hablar mucho de la
inseguridad ciudadana, pero al parecer los esfuerzos que hacen las autoridades
no son suficientes para acabar con el problema.
Los robos y asaltos
están a la orden del día y los delincuentes han encontrado distintas maneras de
operar. Una de las formas que más se esta repitiendo es el estrangulamiento de
las víctimas. Los llamados popularmente cogoteros, no tienen miedo de matar.
En zonas alejadas el peligro
es mayor, esto por el poco control policial que existe en estos lugares, además
de la poca iluminación que hay en algunos sectores periféricos de La Paz.
La ciudad de El Alto siempre
ha sido considerada peligrosa, pero ahora los asesinatos por robo han
aumentado. Muchas personasse han salvado de la muerte, pero otras no. Según la
información que brinda la Policía, hay bandas grandes de cogoteros que utilizan
el transporte público como trampa, es decir, salen a las calles con minibuses,
taxis o radio taxis y una vez que la víctima sube al vehículo la atacan.
Utilizan cuerdas o chalinas para asfixiar a la persona y luego la botan en un
lugar vacío, viva, a la que tiene suerte, o muerta, sin importarle al
delincuente el grave delito que ha cometido.
En febrero de este
año, dos hermanos que trabajaban como periodistas fueron asesinados. Su padre promovió
una movilización exigiendo la pena de muerte, pero más bien que esta demanda
irracional, no fue más allá.
Y como siempre
ocurre, ahora, y a exigencia de la población, en algunas zonas se puede ver que
hay mayor cantidad de policías, pero obviamente que cantidad no es calidad, además
sólo se han considerado contados lugares.
Nosotras esperamos
que se implementen medidas de seguridad que garanticen que los y las ciudadanas
podemos salir tranquilos de nuestras casas y que las acciones no sean sólo una
respuesta que parece parche, frentea las protestas contra la inseguridad.
Necesitamos seguridad permanente y garantizar esto, es la obligación del Estado.
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