miércoles, 7 de septiembre de 2011

MORIR DE HAMBRE O PEDIR LIMOSNA PARA SOBREVIVIR

Por Antonia Cuno

En los últimos años la crisis alimentaria aumentó en el mundo entero. Las grandes industrias todavía no quieren hacer frente al hambre de las y los habitantes que mueren por la escasez de alimentos, aunque se hayan implementado recursos alternativos como el invento de los transgénicos, mismos que aunque no tengan las mismas propiedades alimenticias de los orgánicos han sido aprobadas por los gobernantes de varios países. A las grandes industrias les interesan sus ganancias y si un producto es escaso su precio es mayor.

El propósito de acabar con el hambre de aquellas personas que no tienen con qué alimentarse, no ha sido suficiente, un gran ejemplo es el África, donde la mayoría de sus habitantes mueren a causa del hambre. En últimos reportes de muchos medios de comunicación se menciona que cada día mueren alrededor de 300 niños y niñas por falta de alimentos.

Los países desarrollados tienen grandes posibilidades de ayudar a otros que sufren por hambre, pero no lo hacen, al parecer les importa muy poco. Mientras infinidad de personas mueren, otros viven fabricando armamento de guerra, claro que ellos pueden hacer su voluntad, pero yo me pregunto si podrán vivir sin remordimientos.

En otros, como fue en el caso de nuestro país, se compra un avión de 38,7 millones de dólares, cantidad que hubiese servido de ayuda a muchas familias que viven en la extrema pobreza y que vemos día a día durmiendo en las calles y comiendo de entre la basura. Otro ejemplo son las personas que viven en las puertas de la terminal de buses en La Paz, entre las que se ven niños, niñas y ancianos, al igual que en muchas otras ciudades del país, gente que se sostiene como puede, pidiendo limosna para sobrevivir o escarbando entre las sobras, si no se moriría de hambre. Esta gente no pone como pretexto su pobreza para aprovechar y robar, como lo hacen los ladrones, y no me refiero sólo a los delincuentes comunes, sino también a la gente corrupta que le roba a toda la sociedad.

Por otro lado está la canasta familiar que cada vez se hace más difícil de sostener; los grandes empresarios exportadores de productos como el azúcar, arroz, pollo y otros, juegan con la economía de la población de bajos recursos, no tienen ningún tipo de consideración, ni piensan en las consecuencias que trae el alza de precios a familias numerosas de bajos recursos, que cada día puede comprar menos con lo poco que tienen.

Mientras los gobernantes se acusan unos a otros de las intromisiones, injerencias políticas y mal manejo de recursos, la gente continúa con los mismos problemas de hace años, aunque se diga que el gobierno de turno es un gobierno indígena y que por eso está velando por los intereses de la gente más necesitada, es mentira, pues ellos siguen postergando a los sectores más empobrecidos y a sus demandas al igual o más que lo hicieron los que nos gobernaron anteriormente.

Pienso que el gobierno debería escoger mejor las prioridades al momento de decidir en que van a realizar las inversiones con nuestro dinero, porque, por ejemplo, el dinero que le sirvió a nuestro Presidente para adquirir su avión, era de todos los bolivianos y bolivianas, que aportamos peso a peso para mejorar las condiciones de nuestro país, pero que en muchísimos casos viven pasando hambre y en muy precaria situación.

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