Por Adela Gómez
Al conocer la historia de una trabajadora sexual
en un reportaje del periódico La Razón, me pregunté cuántas mujeres estarán en
la misma situación.
Muchas mujeres de distintos estatus sociales
tienen que dedicarse a esta actividad por diferentes motivos; un gran porcentaje de ellas seguramente son
madres solteras y tienen necesidades
económicas, pues en muchos empleos te cierran las puertas cuando tienes
niños o niñas.
Este oficio no es nada fácil, aunque muchos y
muchas piensan que lo es. No hay seguridad de ningún tipo, pues los
prostituyentes, al creer que están comprando una mercancía, maltratan a las
mujeres en situación de prostitución, incluso se han dado el caso de que
llegaron a matarlas. Tampoco hay seguridad económica, porque a veces se quedan
sin un centavo por pagar la coima que les piden los policías abusivos que
asisten donde ellas desarrollan sus actividades, amenazándolas con arrestarlas,
además las agreden física y psicológicamente.
Gracias a ellas mucha gente se beneficia, por
ejemplo los dueños de los alojamientos y hoteles, también sus empleados, pero
nunca lo reconocen. Y obviamente el proxeneta, que es quien sale más
beneficiado, en nuestra ciudad hay muchos lugares en los que los hombres
negocian con el cuerpo de las mujeres.
Por esto, según los datos publicados en el reportaje
que salió el 16 de junio de este año, las trabajadoras sexuales, como ellas se
hacen llamar, han formado la Organización de Trabajadoras Nocturnas (OTN) y son
más de 50.000 afiliadas de diferentes edades, aunque la mayoría tiene un
proxeneta que las explota.
Aunque se digan trabajadoras sexuales, la
prostitución no es un trabajo, sino una actividad que muchas quieren dejar, por
eso hace varios años un grupo de estas mujeres decidieron llamarse mujeres en
situación de prostitución. Como no es un trabajo tampoco hay una ley que las
proteja y por ello están expuestas constantemente a la creciente discriminación
y violencia.
El prejuicio de la gente es también algo que les
afecta muchísimo, como persona y como
madre me pongo en el lugar de ellas, hay
tantas mujeres que se dedican a este oficio
arriesgado su vida. Pero el
Gobierno no hace nada para mejorar la situación de las mujeres en el país,
hablan de igualdad, pero yo no veo donde ésta esa igualdad. Si una mujer está
en situación de prostitución, no es porque le guste, sino porque la necesidad
las obliga.
Ahora esta organización está luchando para que
estas mujeres sean incluidas en la Ley General del Trabajo, para tener los
mismos beneficios de cualquier trabajador o trabajadora. Pero me pregunto, ¿es
trabajo que te humillen, que te violen, que te agredan? De todas maneras esa es
su lucha, pero que no se entienda mal, ellas no están pidiendo tener otro
carnet en el que se aclare su ocupación, como el que ahora deben mostrar ante
el prostituyente o las autoridades de sanidad o de la Alcaldía y ser víctimas
de más discriminación y violencia. Espero que su situación de vida mejore y que el cambio del trato que
se les da comience en las autoridades.
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