jueves, 21 de marzo de 2013

A LOS BUENOS PAPÁS


Por Martha Huallpa

Esta semana se recordó el día del padre, las y los comerciantes invadieron las calles y las puertas de los colegios para  vender todo tipo de artículos, tarjetas, golosinas, agendas, corbatas, etc.

En la ciudad he visto a los y las estudiantes comprando cualquier regalo a sus padres; también en sus colegios han organizado las famosas horas cívicas, con bailes, poesía y otros. La mayoría de los papás que trabajan en entidades públicas han tenido medio día libre y algunos han ido a los colegios para ser agasajados.  

En el área rural las cosas son muy distintas, pero igual se celebra el día del padre. Cuando yo estaba en el colegio también organizábamos la hora cívica. Faltando una semana, preparábamos flores de papel lustroso de diferentes colores, cortábamos cartulina y adornábamos con dibujos coloreados las tarjetas. Ese era nuestro regalo, hecho con nuestras propias manos y con mucho cariño.

Pero los hijos e hijas sabíamos que nuestros papás no irían al colegio a celebrar ese día, porque se quedaban a trabajar en la chacra. Ellos decían que era una pérdida de tiempo ir a esas cosas y que esas horas podían aprovecharlas para trabajar.

En mi casa, yo me acuerdo que carneábamos un cordero y mi mamá lo cocinaba como t’imphu en la noche, ese era el plato que le gustaba a mi papá y lo compartíamos en familia.

Ahora ya no tengo a mi padre, pero recuerdo que ese día lo pasábamos con alegría. Cada quien celebra a su padre como puede, pero a los buenos papás no solo deberíamos demostrarles nuestro cariño un día, sino siempre, porque cuando nos faltan nos llega la nostalgia de no tenerlos a nuestro lado.

Sabemos que hay muchísimos padres irresponsables, pero este editorial es para los buenos papás, aquellos que no pensaron en festejos por darles lo mejor a sus hijos e hijas; para papás como el mío, que siempre demostró con hechos el amor que me tenía.

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