viernes, 26 de octubre de 2012

LA DEMOCRACIA EN BOLIVIA


Por Victoria Mamani

El pasado 10 de octubre Bolivia recordó que desde hace 30 años vivimos en democracia; hombres y mujeres que contribuyeron a recuperar y consolidar nuestra democracia, recordaron a centenares de personas que dieron la vida en este camino y a miles más que sufrieron tortura, cárcel y exilio.

En el transcurso de este tiempo nueve presidentes gobernaron el país sin una bota militar que pisotee la decisión de los bolivianos y bolivianas, a pesar de las crisis económicas, políticas y sociales que hemos atravesado. Y es que a pesar de los 30 años de la democracia, todavía nos falta alcanzar la madurez suficiente para consolidar en su totalidad.

La democracia también se manifiesta en la idoneidad de la función pública, pero estamos muy lejos de eso, ya que en la administración pública impera la demagogia, la corrupción y el abuso de poder, algo que estamos viviendo ahora mismo, con el actual gobierno, que es el uno de los frutos de la democracia que más expectativas generó en el país.

Mucha gente asegura que un presidente elegido por el voto popular no es suficiente para afirmar que vivimos en democracia, porque es gente que se siente perseguida, gente que es acusada de discriminadora por criticar al gobierno de turno, acusada de conspiración contra el gobierno. Y es que la democracia nos da el derecho de disentir, que es no estar de acuerdo con lo que tiene a su alrededor. El voto tampoco es una garantía de que hayamos alcanzado la justicia. Por ejemplo: la violación de los derechos humanos de los y las indígenas que defienden al TIPNIS, en Chaparina, cuando por órdenes del gobierno fueron vilmente maltratados, golpeados por los policías, eso sigue impune; y lo peor es que en lugar de castigar a los agresores y a los responsables, premian al principal responsable de este hecho con cargo de embajador.

Lo que hace el gobierno es perseguir y enjuiciar a los y las dirigentes  indígenas, por ejemplo, por intento de secuestro al canciller David Choquehuanca, cuando toda la población sabe que no fue así. Hechos como estos podemos enumerar por cantidades, en este y en otros gobiernos; pero especialmente es doloroso para muchas personas que sea en este gobierno, porque pensábamos que iba ser diferente por el hecho de que hombre de procedencia indígena asumiera el poder. Pero no fue así.

Las personas que pensamos diferente al gobierno de turno, somos  tildadas de opositoras, de no estar de acuerdo con el cambio y eso me hace pensar que en la democracia en que estamos viviendo no hay la libertad de expresión, porque todo lo que decimos sirve para acusarnos y descalificarnos.

Pienso que la responsabilidad de asegurar mayor equidad y justicia entre bolivianos y bolivianas está en nuestras manos y no en los partidos políticos. Es importante eliminar las brechas que aun separan a quienes gozan de todos los privilegios, de quienes sufren el atropello de sus derechos más elementales; asumir con transparencia y honestidad la determinación de construir el estado plurinacional respetando el derecho de los pueblos y naciones indígenas para decidir sobre su propio destino.

Asumir los principios de la paz, el diálogo y el consenso para solucionar los conflictos y las diferencias, y sobre todo aprender a aceptar y valorar a quienes piensan diferente.

En este momento crucial de nuestra historia como país, debemos ser capaces de renovar nuestra decisión de vivir en la libertad, que sólo es posible con el ejercicio, el respeto y la garantía de los derechos humanos, a los que debemos entender no solo desde su dimensión individual, sino fundamentalmente social y comunitaria; de modo que todos estos elementos nos permitan profundizar la democracia participativa en la línea de interculturalidad de la que se habla tanto.

Si asumimos todos  que la democracia permanezca garantizaremos  un futuro de libertad, justicia e igualdad.



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