martes, 14 de diciembre de 2010

EL TRABAJO DIARIO DE LA PESCA

Por Victoria Mamani

Los pobladores de la Subcentral Lupalaya, provincia Manco Kapac, viven de la pesca y de la agricultura.Todas las noches llevan cinco o seis redes para anclar en el lago Titicaca y así logran su alimento y el excedente lo destinan al mercado para el consumo. Pero quiero explicar cómo trasladan los pescados hasta los mercados de la ciudad La Paz.

La pesca comienza a las 5 de la tarde; a esa hora, los botes llevan las redes que se colocan en distintos lugares del lago. A las 4 y media del día siguiente recogen las redes y las llevan a la orilla del lago donde están esperando los hijos o la esposa para ayudar a desenredar los pescados de las redes. El frío es intenso y se nota en las manos de las y los pescadores que siempre están rajadas.

A las 6 de la mañana llega una señora y distribuye latas entre los pescadores para que las llenen; luego recoge las latas y las lleva en su auto hasta Huatajata donde esperan los compradores que llevan la pesca a la ciudad de El Alto, específicamente a la Zona Los Andes. Ahí están otras revendedoras que llevan el pescado a los diferentes mercados de las ciudades de El Alto y de La Paz.

En esta cadena de reventa del pescado, las y los pescadores son quienes menos reciben y quienes más trabajan. Los pescadores tienen que despertar a las 3 de la mañana, soportar el frío, la helada, la lluvia para sacar, muchas veces, apenas una media lata.

La rescatista llega al lugar a las 6 de la mañana, paga unos 50 bolivianos por lata de ispi, por ejemplo, y se va. En cada lata entran unas 20 libras, o sea a 2,50 bolivianos por libra. Pero en el camino, entre uno y otro revendedor, el precio se duplica e incluso, en ocasiones, hasta se triplica.

Pero el beneficio mayor de ese aumento sólo beneficia a los revendedores.

Para que lo sepan, el pescado no llega directo a los consumidores, sino que pasa de mano en mano; muchas veces pensamos que al comprar pescado en la Los Andes, estamos comprando de las productoras, pero la que vende ahí resulta ser la tercera mano. La situación de las y los pescadores no mejorará mientras no existan mejores condiciones para hacer llegar la producción a los mercados y esa debería ser una responsabilidad gubernamental.

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