lunes, 18 de mayo de 2015

NO PODEMOS PAGAR TODAS POR UNA



Por  Martha Huallpa

El 12 de febrero de este año la contraloría hizo público el daño económico  de  71 millones de bolivianos que se cometió en el Fondo de Desarrollo Indígena Originario Campesino. La responsabilidad recayó en la señora, en ese entonces candidata a la gobernación, Felipa Huanca, dirigenta de la organización Bartolina Sisa, quien no pudo negar las acusaciones por las evidencias en su contra, quedando frente a la sociedad como una mujer corrupta.

Todo este escándalo de corrupción ha significado que mucha gente tenga una mala imagen de las mujeres de pollera, que ahora en las calles, somos miradas con recelo, como si todas nosotras hubiéramos cometido la falta.

El vestirnos de pollera  y aguayo no significa que seamos gente corrupta, tampoco lo es el pertenecer a una organización indígena, los errores deben ser asumidos y visibilizados solo en y por la persona que los cometió, o acaso cuando vemos a un señor de terno y corbata pensamos que está involucrado con actos de corrupción como ha sucedido con muchos de los políticos de nuestro país?

La semana pasada mi hermana vino desde el campo vestida de pollera y cargando su aguayo, subimos a un minibús desde la plaza Isabela Católica hasta la Ceja de El Alto. Ambas nos sentamos en la tercera fila y detrás de nosotras había unas señoras que murmuraban diciendo que estábamos llevando plata del Fondo Indígena en nuestros aguayos. Mi hermana y yo nos reímos, en ese momento parecía chistoso, pero las señoras comenzaron a insultarnos y con tono despectivo nos dijeron: cholas, campesinas, indias corruptas. Al escuchar esas palabras discriminatorias les respondimos, diciéndoles que no se confundan, porque la corrupta era la ejecutiva de las Bartolinas, Felipa Huanca.

No sabemos qué ocurre dentro de su organización, seguramente muchas se vieron sorprendidas con lo ocurrido y otras no, de lo que estamos seguras es que la gente no puede generalizar un acto así, pensando que toda la gente del área rural o las cholas, somos corruptas, o porque usamos polleras de colores pertenecemos a una organización y que por eso somos corruptas.

Lamentablemente, por una pagamos todas. Yo como mujer aymara, migrante del campo y trabajadora asalariada del hogar, estoy orgullosa de vestir mi pollera y cargar mi aguayo. La gente tiene que saber diferenciar; nuestro origen indígena, nuestra ropa o ser mujeres, no nos hace iguales a esa persona que cometió los actos de corrupción.



No hay comentarios:

Publicar un comentario