lunes, 12 de marzo de 2012

YO HE CANTADO LAS COPLAS

Por Yola Mamani

No se equivoquen por el título de esta columna. Yo soy una mujer indígena que lleva con orgullo su pollera, su manta y su sombrero. Soy una trabajadora asalariada del hogar que ha emigrado, porque en los pueblos no hay oportunidades de trabajo ni de estudio y menos para las mujeres. Pero yo sí tengo dignidad y por eso no he cantado ni he festejado ni me he reído de las coplas machistas y sexistas que ha cantado el presidente Evo Morales, esas coplas que humillan a las mujeres. El Primer Mandatario humilla a las mujeres cada que puede y cada que quiere, y los ejemplos sobran.

Yo he cantado las coplas de Mujeres Creando, junto con María Galindo y otras compañeras. He cantado porque me he identificado con esa protesta creativa ante el machismo del Presidente y, claro, de sus funcionarios. He cantado celebrando el que haya mujeres que no tienen miedo, que son rebeldes y que no se quedan calladas.

Esas coplas se las he dedicado a las “bartolinas” de ahora, mujeres indígenas como yo, que no se parecen en nada a las “bartolinas” de antes. Esas mujeres eran luchadoras y dignas, tenían su propia posición y no obedecían órdenes de nadie, eran las rebeldes de los pueblos. En cambio, a las “bartolinas” de ahora les causa gracia que el Presidente diga que se las lleva directo a su cama.

El Carnaval es un tiempo para celebrar, pero no para hacer de las mujeres un objeto de burla. Si al Presidente y a sus funcionarios les parece que criticarles por esa acción es racismo, qué equivocados están. Yo no soy blanca y estudiar me está costando mucho, pero esas coplas me han ofendido como mujer, como indígena y como trabajadora del hogar, que muchas veces tenemos que soportar el acoso sexual y hasta las violaciones en nuestros trabajos, de los “patrones” que quieren llevarnos a su cama. Y estoy hablando por mí misma.

Pero criticar en estos tiempos es, para el Gobierno, ser mala persona, ser racista, es oponerse al proceso de cambio. No decir nada y aceptar callada y sumisamente, como las compañeras “bartolinas”, es ser buena gente.

Ante cualquier crítica contra el Primer Mandatario, una de las primeras cosas que hacen es sacar a relucir que él es un indígena. Pero ser indígena no necesariamente significa que eres buena persona, y no ser indígena tampoco significa que eres mala persona.

Habemos toda clase de personas y nuestro origen nada tiene que ver con nuestro accionar ético y digno. Por eso, termino esta columna con la copla que más he cantado: “Yo soy campesina/no soy bartolina/Yo no soy su llunk’u/porque soy bien digna”.

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