viernes, 24 de septiembre de 2010

LAS FRONTERAS EN ORURO

Por Rosa Apaza

Las fronteras en Oruro están olvidadas por las autoridades, no hay control a pesar de que hay tanta riqueza. Las aguas de río Silala y las vicuñas se van hacia Chile.

En esas fronteras no hay siquiera un centro de salud; las mujeres de lugar siguen curándose solas y cuando tienen hijos o hijas son atendidas por sus familiares, generalmente por la mamá o las parteras. Cuando las enfermedades son graves la gente está abandonada a su suerte. Ahí no conocen médicos.

Pese a las riquezas que tenemos, esto no beneficia a las y los bolivianos. La gente sobrevive con lo que puede.

Las provincias no tienen agua potable ni luz. Y tampoco tienen agua para el ganado, por eso tienen que llevar a los animales a lugares alejados y cargar en las espaldas el agua que necesitan para tomar, eso hacen sobre todo las mujeres y los niños y niñas. Lo triste es ver a las personas de la tercera edad que no pueden trabajar con la misma fuerza que un joven.

Los hijos emigran a otros departamentos o al exterior, y así las fronteras quedan abandonadas.

Hay jóvenes que prefieren identificarse como chilenos, porque así pueden conseguir el trabajo
que no consiguen en el país.

Definitivamente, las autoridades se han olvidado de las fronteras de Oruro, aunque son zonas muy comerciales, donde transitan, sobre todo, las y los contrabandistas.

En otros países hay mucho control en las fronteras; por ejemplo en Chile te revisan completamente y hasta te decomisan los productos que una lleva para comer en el camino. Pero a nuestro país la gente entra y sale como de su casa, sin control.

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